Apenas a unos sesenta kilómetros al este de la ciudad de Oporto se halla uno de los pueblos más hermosos de Portugal. Posiblemente no sea demasiado conocido, pero una vez que lo visitéis quedará en vuestra memoria. Se trata de Amarante, situado plácidamente a orillas del río Duero, pertenece a la hermosa zona del Valle del Douro, una ruta turística ideal para aquellos que tengáis pensado reservar vuestros vuelos Oporto.
El Valle del Douro es Patrimonio de la Humanidad, y uno de sus más bellos rincones es Amarante, conocida por ser una de las ciudades más románticas de Portugal. Aquí se unen los ríos Támega y Duero, en un hermoso abrazo que se contempla desde el mirador de San Leonardo de Galafura.
La vieja Amarante fue fundada por los turdetanos en el 360 a.C, aunque su verdadero auge no llegó sino con la presencia de los romanos. No hay nada mejor que contemplar las hermosas vistas del pueblo con su Puente de San Gonzalo, símbolo de la resistencia de Amarante. Construido en 1790, fue el lugar en el que sus ciudadanos defendieron la población del ataque francés en 1809. Durante catorce días resistió Amarante en el puente.
La belleza y la serenidad de la estampa de Amarante sobre el río es abrumadora. Las montañas de Marao y Aboreira cierran su horizonte. En ambas orillas del río Támega crecen arboledas de sauces y alisos, en una bella espesura de verde y aguas cristalinas en donde se refleja la blanca arquitectura manuelina de la ciudad.
Si callejeamos por Amarante tendremos que hacer algunas visitas imprescindibles, como la del Museo Amadeo de Souza Cardoso, situado en el interior del convento dominico de San Gonzalo de Amarante, construido entre los siglos XVI y XVIII. Alberga una interesante colección de arte moderno y contemporáneo portugués, especialmente de pintura y escultura.
El Monasterio de San Gonzalo es uno de los grandes edificios de Amarante. Construido a mediados del siglo XVI, su interior barroco, decorado en el siglo XVIII, es posiblemente lo más llamativo del conjunto, destacando la tumba de San Gonzalo, patrón de Amarante, quien falleció en 1259.
La zona más ambientada de la ciudad se halla al otro lado del río, donde encontraréis principalmente bares y pequeños cafés. El atardecer es sin duda otro de los momentos fundamentales de Amarante. Asomados al río Támega, y con la vista puesta en el Puente de San Gonzalo y el monasterio, es imposible que podamos olvidar una estampa como aquella.
Foto Vía Ac Pasion