En la Costa Azul francesa, apenas a unos veinte kilómetros al sur de Niza, se halla la hermosa ciudad fortificada de Antibes. Más que por su historia y su patrimonio, que es más que interesante, la mayoría de turistas que llegan hasta aquí lo hacen para huir un poco del ajetreado y bullicioso turismo de ciudades como Niza o Cannes. Es aquí donde hallan un refugio más tranquilo y, especialmente, más asequible para el bolsillo.
Sin embargo, en la mayoría de opiniones cruceros que leemos, Antibes es una ciudad que invita a formar parte de su historia. Vieja ciudad griega y romana, en su momento era la única gran ciudad fortificada que se hallaba entre Marsella y la frontera con Italia, es decir, un enorme tramo de costa de más de 250 kilómetros. Hoy su historia se mezcla con su turismo, al contar con uno de los mejores puertos deportivos de la Riviera Francesa.
Uno de los principales elementos turísticos de Antibes es su Castillo Grimaldi, que alberga en su interior el Museo Picasso. Este castillo, a lo largo de los siglos, ha llegado a ser residencia obispal, castillo señorial de los Grimaldi, cuartel, hospital y, por último, museo. Es uno de los grandes símbolos de esta ciudad costera.
Junto al castillo resulta de visita imprescindible el Fuerte Cuadrado, construido a mediados del siglo XVI, declarado Monumento Histórico. Os recomiendo hacer la pequeña visita guiada de treinta minutos que se lleva a cabo todos los días, excepto lunes y festivos, para conocer un poco más el porqué de sus imponente muros y su entramado defensivo.
El paseo por Antibes nos llevará a través de un laberinto de callejuelas empedradas y casas antiguas. Todo rodeado de una excelsa hilera de murallas perfectamente conservadas. Veréis cómo la Catedral de Antibes surge grandiosa en vuestro camino, y la brisa fresca del Mediterráneo os busca por cada esquina. Asomaros al Cabo de Antibes para disfrutar de unas vistas y unos atardeceres únicos.
La vida cultural de Antibes, además de con el Museo Picasso, se vertebra a partir del Museo de la Marina, que alberga la mayor colección marina privada de Europa, el Museo Peynet y del Dibujo Humorístico, así como el Museo Napoleónico, con recuerdos personales del emperador y su familia. Hay que recordar que, tras su desembarco de la Isla de Elba en 1815, Napoleón pasaría por Antibes.
Una ciudad costera en la Riviera Francesa que conjuga el turismo de ocio con el histórico y patrimonial. Un destino tranquilo, si nos atenemos a sus ciudades vecinas, y en el que seguramente disfrutaréis plenamente.
Foto Vía Wall Papers Travel