El 1 de noviembre de 1755, curiosamente el Día de Todos los Santos, Lisboa fue asolada por un terrible terremoto. Todo comenzó a temblar bien pronto, a eso de las 09.40 de la mañana. La mayoría de grandes edificios de la ciudad se vinieron al suelo, mientras gran parte de la población huía despavorida hacia el puerto para escapar en barco. Sin embargo, una hora más tarde del primer golpe sísmico, un enorme maremoto destruyó aquello que había podido permanecer en pie tras el movimiento de tierra.
Lisboa ardió durante casi una semana. Más del 85 por ciento de los edificios de la ciudad fueron destruidos, causando la muerte de más de treinta mil personas. Un terremoto que también se sintió y del que no se libraron muchas ciudades españolas, principalmente las de la costa occidental, como Huelva, Cádiz o Sevilla, que vieron también cómo muchas de sus construcciones sufrieron importantes daños.
El caos y el desorden se apoderaron de Lisboa, y ni siquiera el rey, José I, sabía realmente cómo controlar la situación. Fue en esta tesitura cuando apareció la figura de Sebastiao José de Carvalho e Melo, conocido más tarde como el Marqués de Pombal. Antiguo embajador en Londres, se ofreció al rey para reconstruir la ciudad. José I confió en el buen hacer de Sebastiao José, y puso Lisboa en sus manos.
Sus primeras órdenes fueron enterrar a los muertos, quemándolos o arrojándolos al mar, sin más. A partir de ahí se iniciaron los movimientos para racionar los alimentos a la población, acabando también con los ladrones y saqueadores que ya habían hecho acto de presencia por las calles derruidas.
A partir de ahí comenzó a iniciar las reformas de las calles y plazas, convirtiendo a Lisboa en lo que podemos ver hoy en día. Las piedras de las viejas ruinas se usaron como material de construcción para los nuevos edificios. Poco a poco, Lisboa fue tomando otro color gracias al Marqués de Pombal.
Ante esta historia a nadie el extraña que el corazón de la Lisboa moderna sea la Plaza Marqués de Pombal, en recuerdo y en honor al hombre que fue capaz de salvar a Lisboa. En el centro de esta plaza se levanta la estatua del marqués, y a su alrededores encontraréis grandes edificios, muchos de los mejores hoteles en Lisboa, la Avenida de la Liberdade y el Parque Eduardo VII.
Si vais de viaje a Lisboa, no dudéis en pasar por aquí. Hay que agradecerle al Marqués de Pombal que, gracias a él, hayamos podido disfrutar de una hermosa ciudad como es la capital lusa.
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