Posiblemente pocos viajes tan románticos como un crucero por las islas griegas. Uno de los principales destinos es la isla de Milos, la quinta más grande de las Cícladas, cuya capital, Plaka, nos preparamos hoy a conocer.
Seguro que algunos de los cruceros MSC que surcan el Mediterráneo os llevan hasta esta ciudad desierta de montañas, situada al norte de la isla. Precisamente de ahí le viene su nombre de Plaka, por su singular planicie, a pesar de estar construida sobre una colina.
Un destino en el que destaca especialmente su blanca arquitectura y las maravillosas vistas que se pueden degustar del Golfo de Milos. Un placer enorme pasear por su laberinto de callejuelas, rodeados de la blancura de las casas, decoradas con patios y balcones de flores.
Sus atractivos principales son un castillo medieval y la Iglesia de Panaghia Thalassitra, desde la que se saborea posiblemente una de las mejores puestas de sol de todo el Mediterráneo, además de poder ver incluso otras islas del Egeo. Hasta el siglo XVIII era una iglesia muy pequeñita pero, con el crecimiento de la población, se decidió construir una iglesia más grande, acabándose en 1839.
Desde aquí podemos visitar la Iglesia de Korfiatissa, situada en la cima de un acantilado con unas vistas impresionantes del Golfo de Milos, y construida en 1810. Cerca de ella situamos la Iglesia Católica de Panagia de Rodon, también conocida como la de la Virgen de las Rosas. Construida en 1823, recuerda la existencia de la fe católica en la isla durante la época de dominación veneciana.
A pocos minutos a pie de la Iglesia de Korfiatissa visitamos el Museo del Folklore, mientras que si caminamos un poco más a través del laberinto de callejuelas empedradas y sinuosas de Plaka llegaremos al Museo Arqueológico, inaugurado en 1985 en un edificio construido a principios del siglo XX, y que alberga la historia de Milos en las piezas arqueológicas encontradas en toda la isla.
Todo este recorrido se complementa con la visita al Castro de Plaka, magnífico lugar que os recomendamos sobre todo para la tarde por su puesta de sol. Realmente Milos es una isla pequeñita, que no tiene tanto turismo como otras de los alrededores, por lo que se recorre perfectamente y sin el agobio de las hordas turísticas. La tranquilidad y la calma de sus atardeceres hacen de ella un lugar mágico y evocador.
Foto Vía World is Round