Rodeada de numerosas montañas, en la provincia de Bolzano, encontramos la ciudad italiana de Merano. Muchos dicen que el invierno es la época más turística de Merano, al encontrarse rodeada de algunas de las mejores estaciones de esquí de los Alpes italianos, sin embargo el hecho de que se la conozca como la ciudad de las flores hace que al contacto con la primavera se muestre sugerente y vanidosa.
Merano es una ciudad genuina y original. Si venís en invierno no os será difícil reservar vuestro hotel + forfait y así disfrutar de todos los atractivos y ofertas de ocio que ofrece. Nosotros, sin embargo, estuvimos en ella en verano, época en la que por cierto los turistas sucumben ante el refrescante encanto de la fábrica de cerveza Forst, situada en un pintoresco castillo del siglo XIX.
Merano duerme a orillas del río Passer. Pintoresca es la estampa que encontramos de la ciudad a bordo del puente de piedra del Steiner Steg, puente peatonal de dos arcos que nos lleva hasta la torre medieval de Ortenstein o Torre de la Pólvora, uno de los símbolos de Merano.
Asimismo otro de los atractivos a visitar en Merano será el Castillo de Trauttmansdorff, que alberga asimismo unos preciosos jardines y el Museo de Turismo de la ciudad. Merece la pena perderse por las antiguas galerías de este castillo. Imposible irse de esta ciudad sin subirnos al funivia, un teleférico que nos lleva desde Lagundo hasta Alpi di Tess, contemplando Merano desde el aire.
Los alrededores de Merano varían de forma ostensible de una estación a otra. El aspecto nevado del invierno da paso a un paisaje florido de palmeras, cipreses, viñedos y olivos en primavera. Ni que decir tiene que lo mejor es alquilar un coche y disfrutar de algunas rutas por estos alrededores.
La oferta de ocio de Merano es amplísima. Música, exposiciones, cultura, carreras de caballos en el hipódromo de Maia Bassa, balnearios termales, deportes de invierno, senderismo… Resulta imposible resistirse a la tentación de pasar unos días en un enclave como este.
Foto Vía Hotel Free