Elegancia bulliciosa, este ha sido uno de los últimos términos que he leído para definir a una ciudad como París. Creo que desde hace algún tiempo se agotaron los calificativos para la Ciudad de la Luz. Plagada de monumentos, a cual más conocido, es imposible no recordar aquella vez que estuvimos en sus brazos.
Tantos son los lugares que podríamos definir inmortales en París, que quedarnos con uno de ellos nos resultaría harto complicado. Es por ello que hoy nos acercamos al apacible Jardín de las Plantas para así pensar mejor nuestra decisión. Con su más de veinte hectáreas, este jardín botánico se creó allá por 1626 y es uno de los rincones más tranquilos que podemos encontrar en nuestras vacaciones París.
Para llegar podemos tomar el metro o los trenes de cercanías RER, y bajarnos en la Gare d’Austerlitz. Nada más salir por la boca del metro veremos los primero albores de este jardín real de plantas medicinales (de ahí su nombre). La idea de su creación partió del rey Luis XIII, aunque fueron sus médicos Jean Herouard y Guy de la Brosse los que se encargaron del diseño.
Llevan abiertos al público desde 1640, aunque su máximo esplendor no llegó hasta un siglo más tarde. Fue en ese momento cuando su colección se amplió a más de diez mil especies y otros elementos curiosos y llamativos (entre ellos el primer cedro del Líbano que se plantó en suelo francés.
Pero no solo de plantas y rosaledas vive este jardín botánico, sino que en su interior y en los alrededores podemos visitar otros lugares. Entre ellos la Menagerie, el zoológico público más antiguo de Francia (se fundó durante la Revolución Francesa); o el Museo Nacional de Historia Natural, que alberga una magnífica colección de anatomía, fósiles, minerales e insectos.
Como os podéis imaginar, los meses primaverales son los mejores para visitar este Jardín de las Plantas. Tuve la ocasión de pasear en abril por él, cuando todo está en flor. Magníficos los parterres y las hileras de Plátanos de las Indias, la rosaleda, los invernaderos, el jardín alpino, la escuela de botánica…
Ni que decir tiene que en un lugar así se respira el aroma del París tranquilo y apacible. Qué mejor lugar para descansar tras una jornada de turismo en la ciudad.
Foto Vía France Travel Photos