William Shakespeare tomó la ciudad italiana de Verona para situar a finales del siglo XVI el escenario de Romeo y Julieta. Posiblemente muchos sean los que hayan oído hablar de Verona gracias al genial dramaturgo inglés, pero lo cierto es que son numerosos los atractivos que turísticamente hablando podemos citar de esta ciudad del norte de Italia.
Fundada en el siglo I a.C, la ciudad de Verona es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2000. De su glorioso pasado medieval y renacentista guarda una gran cantidad de monumentos, además de un más que interesante legado romano. Yo tuve la oportunidad de conocerla después de mirar una serie de ofertas de vuelos a Milan. La capital lombarda está a 160 kilómetros de Verona, y es una de las excursiones más fascinantes que pueden hacerse.
Precisamente creo que la cercanía de ciudades como Venecia o Milan ha provocado desde siempre que Verona no haya tenido tanta relevancia turística. Sin embargo una vez que llegas hasta aquí descubres un lugar pintoresco, lleno de historia y bohemia. El río Adigio corre a veces lánguido frente a las viejas casas de tejados rojos del centro histórico. En uno de los meandros del río se sitúa la antigua ciudad romana, con las puertas de la ciudad, el teatro y el famoso anfiteatro.
La Arena de Verona fue construido en el año 30 y tiene una capacidad para más de treinta mil espectadores. Está considerado el más grande construido por los romanos tras el Coliseo de Roma. Actualmente, gracias a la impresionante acústica que tiene, aún alberga a lo largo del año conciertos y óperas. Si vuestro viaje coincide con alguna ópera en la Arena, no perdáis la oportunidad de asistir porque el espectáculo es francamente impactante.
Tras ver el principal monumento de la ciudad podemos perdernos por el centro histórico, disfrutando de lugares tan pintorescos como las plazas del Erbe, Signori y Bra, en la que podemos ver algunos de los edificios más representativos de Verona. Entre ellos hay que destacar el Palacio Barbieri, la Galería del Consejo, los arcos Scaligere o la Domus Nova. Todo esto sin contar con el paseo por la calle Mazzini, que une la Plaza Bra y la Plaza delle Erbe, llena de tiendas, bares y restaurantes.
De la Plaza delle Erbe hay que destacar especialmente el Palacio de la Razón y la Torre de los Lamberti, uno de los grandes símbolos de la ciudad. Esta torre de 84 metros de altura es la más elevada de Verona y se puede subir a ella para disfrutar de una magnífica vista panorámica.
Podríamos terminar aquí nuestra visita, de no ser porque uno de los grandes enclaves turísticos de Verona se encuentra en la calle Cappello. Se trata de la célebre Casa de Julieta en la que, según la tradición, vivía la familia de los Capulleto. Imprescindible entrar en el patio y asomarse al balcón, además de hacernos una foto con la estatua de Julieta o dejar escrito en el porche la más bella declaración de amor a nuestra amada.
Foto Vía Knok