Praga, capital de la República Checa, es considerada una de las ciudades más bonitas de Europa. Llamada la «ciudad dorada» anualmente acoge alrededor de tres millones de visitantes donde sus atractivos principales se hallan en la Plaza de la Ciudad Vieja y su imponente castillo.
Precisamente, esta medieval plazuela, considerada entre las más bellas del mundo, es el corazón de la Ciudad Vieja de Praga, que se localiza al lado derecho del río Moldava, el barrio más antiguo de la ciudad y cuyos orígenes se remontan al siglo VIII.
Antiguamente, este lugar era un gran mercado, un punto de encuentro de las grandes rutas comerciales. Estaba separada del exterior por un foso semi-circular y una muralla conectado al Moldava en ambos de sus extremos. El foso está ahora cubierto por las calles que siguen siendo el límite oficial del distrito catastral de la Ciudad Vieja.
Y gracias al comercio, la ciudad fue prosperando hasta que el rey Václav le otorgó los privilegios de municipio convirtiéndose en Prazské Mesto (la ciudad de Praga). Según los registros antiguos, la ciudad contaba con alrededor de 13 puertas, y un foso enorme para la defensa de la ciudad de tal modo que fue desarrollándose hasta que en el siglo 14 Carlos IV fundó la Ciudad Nueva, por lo que el foso y sus murallas fueron destruídas.
Hoy, en un recorrido por su casco histórico, el visitante puede conocer notables edificios como la Sinagoga, la Plaza de la Ciudad Vieja, la Casa Municipal, la Torre de la Pólvora y el Reloj Astronómico. Cabe anotar que el Barrio Pequeño, llamado Malá Strana, se halla al otro lado del río conectados por el por el Puente de Carlos.
Pero un monumento que es el símbolo de la zona es la Iglesia de Nuestra Señora que fue construida en 1365, de estilo gótico y que en su portal de entrada cuenta con excelentes imágenes de Cristo convirtiéndose en el mayor atractivo turístico de la Plaza de la Ciudad Vieja desde el siglo 10.
Lo cierto que para apreciar plenamente la belleza de la Plaza de la Ciudad Vieja, hay que sentarse y disfrutar de la atmósfera de un café o una cerveza fría en uno de los restaurantes que rodean la plaza. O subir a la Torre del Ayuntamiento Viejo para unas preciosas vistas de la ciudad.
Foto Vía richard-seaman