Una de las bellas y tradicionales ciudades suizas es Solothurn la que es considerada como la ciudad barroca más bella del país. Y es que sus edificios, plazas y calles reúne la grandeza italiana con el encanto francés y el sabor alemán.
Esta ciudad llamada «Ambassadorenstadt» (ciudad de embajadores) se localiza al pie meridional del Jura a orillas del río Aare, a unos 30 kilómetros al este de Biel. Y sobre los orígenes de la ciudad, la historia relata que fue un asentamiento celta que fue reconstruída por el emperador romano Claudio en el 37 DC convirtiéndose en un bastión romano (castrum) bajo el nombre de Salodurum.
Cabe destacar que por ese motivo la ciudad tuvo una importancia estratégica debido a su posición en la región de la Renania del sureste. Las crónicas relatan también que en la Edad Media, este asentamiento creció alrededor de una fortaleza romana y la casa religiosa de San Ursen,fundada en el siglo octavo hasta que en el 1127, fue adquirido por los duques de Zähringen.
Y luego de su alianza con Berna en el 1295, Solothurn pasó a formar parte de la Confederación Suiza por lo que en 1530 a 1792 fue la sede del embajador de Francia ante los suizos. Pero eso no es todo. Del siglo XVI a siglo XVIII, la ciudad de Solothurn fue residencia de los embajadores franceses convirtiendose en una ciudad católica por excelencia.
Sin duda que Solothurn ostenta una arquitectura envidiable a la vez que cuenta con innumerables festivales medievales que son la atracción del visitante. En un recorrido por su casco histórico el turista encontrará abundantes edificios hermosos del barroco y del renacimiento, como el noble Palais Besenval así como edificios eclesiásticos lujosos.
Un detalle a tomar en cuenta es que su centro histórico cuenta con once iglesias y capillas y un número idéntico de fuentes y torres. Te sorprenderá la joya de la ciudad que es la Catedral St. Ursen con su fachada donada por Luis XIV y una escalinata al estilo italiano. Una evz en su interior encontrarás estucados barrocos con detalles impresionantes.
Igualmente los visitantes recorreran sus hermosos monumentos, casas de patricios e impresionantes edificaciones rodeado de boutiques y hoteles acogedores al alcance de todos los bolsillos. Y no debe llamar la atención que por las noches cálidas de verano, los restaurantes y los bares a orillas del Aare atraigan a decenas de visitantes hasta altas horas de la madrugada.
Y para los amantes del arte y la cultura, Solothurn ofrece abundantes museos, desde el Historisches Museum (museo histórico) hasta el Naturmuseum (museo natural) sumado al Domschatz (tesoro de la catedral), el museo del PC o el palacio Schloss Waldegg hasta el museo «Altes Zeughaus» donde podemos admirar una de las colecciones de armas más grandes de Europa.