A pesar de sus monumentos y su dilatada historia, los romanos aseguran que el alma de la ciudad es el río Tiber. Se trata del tercer río más largo de Italia y, además de Roma, atraviesa también Perugia. Un largo caudal cuyas aguas han sido testigo de la práctica totalidad de grandes acontecimientos de la historia de Roma.
Son muchos los puentes que al paso por la Ciudad Eterna cruzan este río. Pero no creo que ninguno tan importante como el Puente Milvio, situado en la zona norte de Roma. Fue construido en el año 206 a.C, aunque a lo largo de su historia ha sido varias veces modificado. Tanto es así que su aspecto actual data de los siglos XVIII y XIX. Si buscáis vuestra oferta de vuelos a Roma os recomiendo la vista del Tíber desde este puente, ya que tiene una historia muy particular.
Fue en este puente donde se inició en el 2006 la moda de los candados de amor, a raíz de la publicación del libro Tengo Ganas de Ti, del escritor italiano Federico Moccia. En el poste de la luz las parejas de enamorados comenzaron a colocar sus candados, y la llave del mismo la arrojaban al Tíber en prueba de amor. A tanto llegó el asunto que, con el peso de los candados, en el 2007 se derrumbó la farola.
Fue entonces cuando el alcalde de Roma impuso una multa de 50 euros a todo aquel que cogiera colocando algún candado en el puente, después de que incluso colocara barras de hierro para poner los candados. Pero aún así las parejas de enamorados sorteaban las vigilancias y seguían sellando su amor. Desde entonces esta moda se ha extendido a otros puntos de Europa.
En la actualidad ya no hay candados de amor en el Puente Milvio, ya que el año pasado el ayuntamiento de la ciudad decidió retirarlos definitivamente. ¿Las razones?. Aquello significaba una degradación para el histórico puente. Muy simbólico, muy bonito, sí, pero no tenía ni pies ni cabeza, sobre todo cuando, además de los candados, en los últimos años las parejas de enamorados dejaban su impronta en el puente a modo de graffitis.
El Puente Milvio viste hoy limpio de candados. Las parejas de enamorados siguen viniendo hoy hasta aquí, pero solo para contemplar el atardecer y oír el sonido del agua bajo sus pies.
Foto Vía Miles Gloriosus