Entre viñedos y vinos, Burdeos, una ciudad portuaria del sudoeste de Francia, ubicada cerca de la costa Atlántica, a 500 km de París, es uno de los destinos para los seguidores del Dios Baco.
Y es que la ciudad es conocida en todo el mundo por sus viñedos. Bendecida con un clima templado, Burdeos ha sido un lugar privilegiado para el cultivo de la uva durante casi 2.000 años, desde que los romanos plantaron las primeros cultivos en las orillas del Garona y Dordoña.
La zona es ahora el hogar de 11.000 viticultores, y mientras algunos son empresas grandes y llamativos, la mayoría son operados por la familia de generación tras generación, como en Saint-Émilion, un pueblo medieval cuya población se dedica a la producción de vinos tintos como los blancos.
Muchos productores de la zona han trabajado la misma parcela durante más de un siglo. A raíz de la Revolución Francesa, la tierra local se dividió en pequeñas parcelas y vendidas a familias individuales, muchos de los cuales aún tienen este título de propiedad.
Lo cierto es que en casi 118 hectáreas de viñedos y con un volumen de negocio que traspasa los 15 mil millones de euros, Burdeos es llamada con justa razón la Ciudad del Vino. Y tal es la importancia de su producción que en 1948 se fundó la Academia del Vino de Burdeos por iniciativa de un grupo de personalidades vinculadas al negocio de la viticultura, entre propietarios de las vendimias, escritores, artistas, científicos y universitarios.
Sobre sus orígenes, se sabe que Burdeos fue fundada en el siglo 3 AC por una tribu gala que la llamó Burdigala. Ya en el siglo 18, Burdeos llegó a ser el puerto más grande del país.
Una vez en la ciudad, el visitante debe empezar a conocerla a pie más que todo. Calles peatonales constituyen la mayor parte del centro de la ciudad siendo un lugar seguro y agradable para pasear. Si uno está cansado entonces la opción es embarcarse en un tranvía. Para visitar los pueblos vecinos y viñedos, un coche de alquiler es la mejor opción.
Llamará la atención de visitante encontrar muchas pastelerías y bares en cada esquina. Igualmente destacan sus catedrales medievales, sus basílicas, plazas y mercados tradicionales como Rue des Faures donde venden por siglos carnes, frutas y verduras.
Entre sus atracciones destacadas figura el Puerto de la Luna de Burdeos declarado en el 2007 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; el Monumento a los Girondinos edificado a finales del siglo XIX y el Palacio Royal, construida entre 1730 y 1755 y que es un magnífico conjunto arquitectónico típico de la época de Luis XV.
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