Amsterdam, capital de Holanda y cuyo centro histórico fue construido en gran parte en el siglo XVII, es hoy en día una de las ciudades más visitadas. Y es que la variedad de atracciones turísticas crecen como hongos por la ciudad con sus teatros, galerías de arte, palacios, casonas e iglesias medievales.
Al llegar a Glasgow, uno espera una linda ciudad victoriana, muy seria y recatada, pero es todo lo contrario : ofrece gran cantidad de buenos hoteles al alcance de todos los bolsillos asi como una variada vida nocturna con sus clubes y pubs, y una amplia oferta gastronomica con sus fish and chips.
Pero hay un lugar que nos compenetra con el Holocausto nazi y con una trágica vida pero a la vez ejemplo de resistencia ante el infortunio. Nos referimos a la casa de Ana Frank y que hoy es un Museo dedicado a la guerra contra los judíos personificado en una niña que se ocultó de la persecución nazi con su familia y otras cuatro personas en habitaciones ocultas en la parte trasera del edificio.
Además de la preservación del escondite – conocido en neerlandés como el Achterhuis – el museo actúa como un espacio de exposición para poner de relieve todas las formas de persecución y discriminación. El Museo de Ana Frank se inauguró el 3 de mayo de 1960, con la ayuda de suscripción pública, tres años después se creó una fundación para proteger la propiedad de los desarrolladores que querían demoler el bloque.
Este lugar se localiza en un antiguo edificio frente al canal Prinsengracht y signado con el número 265, el cual fue el escondite de Ana Frank y cuyo padre, Otto Frank se trasladó a esta casa el 1 de diciembre de 1940 para dedicarse a su empresa de alimentos luego de iniciarse la Segunda Guerra Mundial.
La planta baja consta de tres secciones, la parte frontal estaba la mercancía y detrás de él en la sección central fueron los molinos de especias, mientras que en la parte trasera, que era la planta baja del anexo, era el almacén donde los productos fueron empacados para su distribución.
Precisamente, debajo de los pisos de la primera planta había un almacén que fue el escondite de Ana, su padre, su madre Edith y su hermana menor durante dos años hasta su entrega las autoridades nazis. Y en vista de su posición aislada hizo un escondite ideal para que la niña de 12 años escribiera su famoso diario.
Después de la guerra, Otto Frank logra recopilar los documentos, cartas y objetos originales de Ana Frank y en colaboración con la Casa de Ana Frank logra tener una extraordinaria colección de manuscritos y cartas personales que fue convirtiéndose con el tiempo en una colección histórica.
Hoy, decenas de turistas recorren estas habitaciones con olor a historia, persecución y sufrimiento. El Museo tiene una librería que cubre la entrada del lugar para dar paso a un tour guiado a los cuartos secretos en donde se conservan fotos, documentos oficiales, cartas, libros y tarjetas postales de uso diario de Ana y su familia. La visita a este museo es una actividad destacada en cualquier guía de Amsterdam que se precie.