En pleno corazón de la capital de España está ubicado el barrio de la Latina. Esta zona es muy conocida y apreciada por los madrileños, al tratarse de la zona más castiza y popular de Madrid. La Latina está a escasos metros de la Puerta del Sol y se puede llegar fácilmente a través de las siguientes paradas de metro: Sol, La Latina y Tirso de Molina.
Es muy sencillo encontrar un hotel económico en Madrid. La villa, de más de 3 millones de habitantes, dispone de buenas, baratas y variadas opciones de alojamiento.
Conviene llegar a este barrio en transporte público, bien en el suburbano, en autobús o en taxi, ya que existen restricciones al tráfico particular, hay escasez de aparcamiento y los párkings son caros y suelen estar repletos.
La vida del barrio se transforma cuando llega el fin de semana. Desde primera hora de la mañana sus calles se llena de grupos de personas de todas las edades. Da igual su procedencia, los hay de Madrid, españoles que pasan el día o multitud de turistas atraídos por las famosas tapas y cañas de reconocido prestigio.
Lo mejor es no tener una ruta prefijada, sino dejar que los sentidos te guíen. Es lo que hace la gente cuando acude a La Latina. Sabe donde comienza pero no donde acaba. En el barrio se funde distintos estilos de cocina y de bares. Hay zonas, como la calle Cava Baja, que alberga algunas de las tabernas de pinchos y restaurantes con más calidad de Madrid. Los pinchos de pulpo de Txacolí, los de gulas al ajillo del Lamiak o los famosos huevos rotos de Casa Lucio poseen una fama que traspasa fronteras.
También puede uno perderse en el Mercado de San Miguel, un antiguo mercado de abastos reconvertido en una obra de arte culinaria. Posee unos 50 puestos donde simplemente disfrutar de los sabores y paladear sugerentes caldos. Ostras, caviar, gambas, jamón ibérico, atún, zumos naturales de frutas recién exprimidos, setas de todas las variedades, pinchos de tortillas, pan artesano… es un paraíso para los que aprecian los majares y para los que no también.
Junto a los bares más sofisticados, encontramos algunas de las tascas más antiguas de la capital. Algunos pensarán que no poseen las mejores condiciones higiénicas, pero no hay que dejarse engañar por los nombres populares y los personajes sacados de la intrahistoria madrileña. Son lugares con tradición y donde la comida y la bebida son una religión. Mención especial merece El Extremeño, expertos en tostas de todo tipos de variedades, fría y calientes.
El día más característico de La Latina es el domingo, las calles que rodean la Plaza de la Paja son un hervidero de gentes que avanzan entre cientos de puestos don de se vende de todo. Uno puede encontrar desde una pila a un CD, pasando por un pelapatatas, un vestido de novia a buen precio o una máscara antigás de la segunda guerra mundial.
Lo mejor de todo esto es que mientras uno va mirando los puestecillos, siempre tendrá un lugar cercano donde refrescar el gaznate con una fresca cerveza y degustar de un plato de callos a la madrileña.