Praga es una ciudad de grandes monumentos y pequeños detalles. Las puntiagudas agujas de las iglesias que surcan el horizonte dan sombra a otros rincones con encanto que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidos. Sin embargo, el Callejón de Oro es una de las visitas imprescindibles que no se os debe escapar. Y ahora os explicamos el porqué.
Para definirlo correctamente el Callejón de Oro es una pequeña calle situada en el interior del Castillo de Praga. Una calle estrecha y empedrada, no muy larga, conocida porque en ella vivieron durante el siglo XVII los mejores orfebres de la ciudad, de ahí su nombre. Si tenéis vuestros hoteles en Praga os recomiendo sin duda la visita.
Al colocaros en el comienzo del callejón veréis cómo un lado está formado por pequeñas casas de colores, muy pintorescas, construidas a finales del siglo XVI y en la que en su origen vivían los 24 guardianes del castillo. Precisamente están adosadas a los muros del castillo. Más tarde fueron adquiridas por el gremio de orfebres de la ciudad, quienes las modificaron a su gusto.
Hoy en día la mayoría de estas casas han sido habilitadas como pequeñas tiendas, especialmente de joyas, cristal, armaduras, marionetas y otros souvenirs. Al ser un lugar turístico tal vez lo que encontréis sea mucho más caro que en otras tiendas del centro. De ahí que lo mejor sea pasear y disfrutar de la vista. Eso sí, entrad en las tiendas aunque no vayáis a comprar nada. Muchas de ellas son toda una maravilla.
Uno de los principales atractivos históricos de este Callejón del Oro es la casa de Franz Kafka, el célebre escritor praguense. Se trata de la número 22, y en ella vivió desde 1916 a 1917.
Una calle con historia de la que se cuentan muchas leyendas. Se cree que en ella vivieron también alquimistas que intentaban convertir el metal en oro, e incluso en la número 14 se alojó Madame de Thebes, vidente que fue asesinada por la Gestapo a finales de la Segunda Guerra Mundial por haber anunciado el fin del nazismo.
Foto Vía Pablo Nuñez