En los próximos días Lisboa celebrará un aniversario muy especial. El 4 de abril de 1998 quedaba inaugurado el Puente Vasco da Gama, todo un símbolo de la ciudad moderna que se convirtió posiblemente en uno de los grandes logros de la Exposición Universal del ’98. Aquel evento repercutió enormemente en beneficio de la capital portuguesa, haciendo de ella una de las ciudades más vanguardistas del sur de Europa.
Con algo más de 17 kilómetros de longitud (diez sobre las aguas del Mar de la Paja, en la desembocadura del Tajo, y el resto sobre tierra), el Vasco da Gama es el puente más largo de Europa. Uno de los fines de su construcción fue servir de alternativa al caos de tráfico que se producía cada día en el Puente 25 de Abril. Aunque también, cómo no, supuso un tremendo avance para la modernidad de la nueva Lisboa.
Si tenéis pensado buscar vuestra oferta de hoteles en Lisboa bien situados, este puente debe ser una de las visitas imprescindibles a la ciudad. La estructura conecta las ciudades de Montijo y Sacavém (esta última muy conocida por sus cerámicas), ambas precisamente muy cerca del Parque de las Naciones en donde se llevó a cabo la Expo del ’98. Un puente atirantado que lleva el nombre del explorador portugués que consiguió llegar a la India hace más de 500 años.
Algunas de las particularidades de este puente serían las siguientes:
- debido a su gran longitud no es recto
- su estructura es capaz de resistir un terremoto cuatro veces más grande que el que asoló Lisboa en 1755, y vientos superiores a 250 kilómetros/hora
- todo el puente está dividido en cuatro partes
- para su construcción se utilizaron 730.000 metros cúbicos de hormigón, cien toneladas de acero y 150 vigas prefabricadas. Participaron en el proyecto más de tres mil operarios
- durante su construcción perdieron la vida once trabajadores, seis de ellos en un accidente que se produjo cayendo desde una altura de 45 metros (hay una placa en el puente que recuerda aquel triste episodio)
- el puente dispone de seis carriles para el tráfico, aunque al atravesarlo hay que pagar peaje
Sin duda alguna que este puente es uno de los grandes orgullos de la ingeniería civil portuguesa. Ya no solo cruzarlo es una gran experiencia, sino también la oportunidad de contemplarlo. Disfrutad de ambas sensaciones.
Foto Vía Bestourism