Hay muchas y diferentes opciones a la hora de viajar a París. Hace unos días, hablando con un amigo, me aseguraba que no sabe la gente lo que se pierde por el hecho de no recorrer los alrededores de la capital francesa. Quizás los que vayan por primera vez a la ciudad parisina no tengan tiempo material para hacer alguna excursión. Pero, si ya os sabéis un poco de memoria sus principales monumentos, lanzaros un poco al coche y a descubrir rincones cercanos.
Mi último descubrimiento fue la tranquila y pintoresca ciudad de Evreux. La encontráis a una hora en coche al oeste de París, en la región de la Alta Normandía. En la guía de viajes que llevaba apenas se hacía mención de ella (tan solo su privilegiada ubicación, entre París y el Canal de la Mancha, y sus raíces históricas), lo que a veces es el más claro indicativo de todo lo contrario: hay algo que descubrir.
Evreux me resultó una bonita alternativa para cualquier excursión que os propongáis en vuestros viajes París. Ciudad verde, con los jardines dedicados a Miterrand, el Domaine de Trangis o el Bosque del Consejo, no le faltan a Evreux monumentos de realeza y patrimonio, como su catedral o el viejo palacio arzobispal, hoy museo de la ciudad, así como la Iglesia de St. Taurin, el pintoresco paseo a orillas del río Iton y la torre del reloj, una torre campanario situada en la Plaza del Ayuntamiento.
De todos estos monumentos, la visita al Museo de la Ciudad es imprescindible. Cuenta con una extensa colección que va desde la época de los galos y la prehistoria hasta nuestros días. La Catedral de Notre Dame, construida en estilo gótico, es también muy llamativa; mientras que de la Iglesia de St. Taurin hay que destacar el relicario del santo que da nombre al templo, una de las grandes joyas de la orfebrería medieval francesa.
Una pena que la Segunda Guerra Mundial desembarca con tanta saña sobre Evreux. Su centro histórico, que hasta entonces era uno de los mejores conservados en toda la Normandía francesa, tuvo que ser prácticamente reconstruido en su totalidad. Pasear por él, con la presencia silente del río Iton en algunos tramos, es una delicia.
Es lo que tiene descubrir rincones, como Evreux, que apenas aparecen en las guías de viaje. La sensación que te llevas es mucho mayor que si antes la has visto y leído en papel.
Foto Vía Da Tu Opinión