A menos de media hora en tren de Bruselas se encuentra una de las ciudades medievales más bonitas de Europa. No sé si alguna vez habéis tenido la oportunidad de daros una escapada a Gante. Yo, que sí la tuve, tengo muchas ganas de volver a recorrer sus calles empedradas, sus canales, admirar la arquitectura de sus edificios y sentir el sabor de los cuentos de hadas.
Porque Gante bien podría pertenecer al dicho de dos ciudades en uno. La que se levanta sobre sus piedras y la que duerme reflejada en el agua. Hay muchos hoteles baratos en la ciudad, así que no perdáis tiempo y veniros con nosotros a Gante.
Cuna del emperador Carlos V, Gante es una ciudad elegante, señorial, oscura en invierno y alegre en verano. Una ciudad que cada tarde se lanza a la calle en busca de sus bares y terrazas, añorando el sugerente sabor de sus cervezas y el latido constante de sus piedras. Plazas y edificios marcan el pasado de esplendor de este rincón de Flandes.
En Gante es un placer pasear. Creo que tiene uno de los entramados peatonales más grandes de Europa. Los turistas van a pie o en bicicleta, pero todo es hermoso aquí. Desde la enorme plaza en la que se levanta la Catedral de San Bavón y su Belfort o torre campanario, hasta los elegantes muelles de la Korenlei y la Grasslei.
La Catedral de San Bavón fue construida entre los siglos X y XIII. Es un edificio de piedra oscura imponente, que recibe la sombra de la torre campanario de 91 metros de altura que la acompaña. Esta torre se construyó a finales del siglo XIV, y ha llegado a ser torre vigía, reloj, alarma de la ciudad… Si subís a ella tendréis las mejores vistas de Gante.
Junto a estos edificios se halla la Iglesia de San Nicolás, de los siglos XIII y XV, y un poco más adelante el Puente de San Miguel, que une las orillas de los muelles del Graslei y el Korenlei. La hermosura de esta zona de la ciudad no tiene límites. Desde aquí parten los pequeños barcos que recorren los canales de Gante. Seguro que os apetece el paseo…
Para terminar la visita al centro histórico de Gante tenemos que acercarnos al Gravensteen o Castillo de los Condes de Flandes, y terminar a la caída de la tarde en la Vrijdagmarkt, tomando una de las muchas cervezas que ofrece la carta de la Dulle Griet.
Gante de canales y hermosas siluetas en el horizonte, de rincones adoquinados y torres de esplendor. Perderse en Gante es saborear una ciudad medieval. Sí, de esas que solemos llamar de cuento de hadas…
Foto Vía El autor