A la ciudad alemana de Frankfurt se la conoce como la Manhattan de Europa por la gran cantidad de rascacielos que tiene. A mí particularmente Frankfurt me pareció una ciudad financiera, con muchos bancos, edificios de oficinas y demás, y no demasiados encantos turísticos. Pero claro, siempre hay algunas joyas por descubrir…
Alojarse en Frankfurt es casi como si estuvieras en alguno de los hoteles Nueva York, pero a la europea. Sin embargo, apenas a 17 kilómetros al oeste de la ciudad podéis encontrar Kronberg im Taunus, un pequeño pueblo situado al pie del Taunus precisamente. Es una de esas reliquias alemanas rodeada de bosques, con un centro histórico de casas de madera precioso.
La primera imagen que tengo de Kronberg es de su Burg Kronberg, un castillo que data del siglo XIII y que se halla hermosamente rodeado de jardines y del que sobresale la torre del homenaje, el edificio más antiguo del pueblo.
Paseando por el centro histórico del pueblo veréis la Iglesia Evangélica, que data de 1440, la Iglesia de San Juan y el encanto de sus casas con entramados de madera. También tenéis la Schloss Friedrichshof, antigua residencia de la viudad del Emperador Federico, o la Hellhof, hoy galería de arte pero que en la Edad Media perteneció a la Orden de los Caballeros de Kronberg.
Kronberg apenas tiene mil habitantes, por lo que se puede visitar perfectamente a pie. Un poco más alejado, en dirección hacia el pueblo de Konigstein, se halla el Opelzoo, un lugar muy interesante por si venís con niños, aunque seguro que a los más pequeños les encanta también pasear por el pueblo.
Si tenéis ocasión os recomiendo visitar Kronberg el martes o el miércoles después del primer domingo de julio, que es cuando se celebra en las calles empedradas del centro histórico la Thaler Kerb, las fiestas principales de la ciudad.
Si tal vez tenéis pensado viajar próximamente a Frankfurt, debéis al menos reservar un día para visitar Kronberg im Taunus, típico pueblo medieval alemán con encanto que os cautivará.
Foto Vía Live Like a German