Florencia se nos abre a nuestros ojos como la ciudad del Renacimiento. Su belleza arquitectónica poco hace presagiar el misterio que la rodea. Uno acude embelesado al fascinante mundo del arte que empapa las entrañas de este destino turístico, pero la realidad es que tras ella hay mucho más…
Si habéis reservado vuestros vuelos Florencia descubriréis una auténtica perla del Renacimiento. Tras la hermosura de sus muros, la ciudad natal de Dante y Miguel Ángel esconde una serie de callejones misteriosos. Os ofrecemos hoy una ruta fantasma por Florencia, que nos puede llevar en primer lugar hasta la pequeña calle que une la Via delle Oche y la Piazza del Duomo, conocida hoy como Via del Campanile porque desde allí se contempla el magnífico campanario.
En la Edad Media esta calle era conocida como la calle de la muerte, ya que en ella fue enterrada viva Ginevra degli Almeri. Afortunadamente, la joven se dio cuenta pronto de la muerte en la que la habían sumido, y pudo escapar de su ataúd. Marchó corriendo junto a su marido, quien no la dejó entrar al creerla un fantasma, e igual le sucedió al correr junto a sus padres. Su último recurso fue Antonio Rondinelli, un amor de juventud con quien, finalmente, pudo casarse felizmente.
Otra de las calles fantasma de Florencia es la Via de Cerretani. Si estáis en ella, os recomiendo mirar hacia arriba y descubrir el busto que surge de la fachada de la Iglesia de Santa María la Mayor. Este busto pertenece a Cecco d’Ascoli, autor de libros de magia y que la iglesia consideró blasfemo y hereje en el 1327. Cuenta la leyenda que, cuando era llevado al patíbulo, un sacerdote salió de una de las ventanas de Santa María la Mayor rogando que no le dieran agua.
Y es que Cecco, como mago, tenía pensado pedir en su última voluntad un vaso de agua con el que hacer un truco de magia y desaparecer mientras bebía. Al oir los gritos del sacerdote, Cecco d’Ascoli se volvió hacia él, lo maldijo, y al instante quedó convertido en piedra.
Por último, acercaros hasta la espléndida Piazza Santissima Annunziatta, donde se halla entre otros edificios el Palazzo Gattai, un hermoso edificio del siglo XVI, fácilmente reconocible por su fachada de color naranja. Fijaros en la última ventana de la derecha, de la que cuentan que siempre está abierta. Cuenta la leyenda que en ella pasó dos años una joven, que vivía en el palacio, esperando a su marido, que había ido a la guerra.
Apenas se separaba de la ventana para dormir un poco. Desgraciadamente, la joven murió y, cuando entraron en el dormitorio para cerrar la ventana, tanto los libros de la joven como sus vestidos comenzaron a volar por la habitación. Fue tal el hecho que, desde entonces, se decidió dejar la ventana siempre abierta. Y así es como podemos verla hoy en día…
Foto Vía Zafky