Holanda es un país abiertamente tolerante, a los inmigrantes, a los avances sociales, a las drogas y a la prostitución. Ámsterdam es la capital mundial del vicio. Por toda la ciudad hay cientos de coffee shops donde se despacha, como si fueran gominolas, marihuana, hachís o setas alucinógenas y el sistema de transporte de la ciudad está igual de avanzado que su sociedad. Por todo esto, visitar Amsterdam es toda una experiencia que no te puedes perder.
Esta ciudad de 1 millón de habitantes cuenta con una opción muy barata para alojarse, los populares hostels o albergues, muy cuidados y a un precio económico. Una opción más cómoda son los hoteles baratos, no tan abundantes y difíciles de encontrar. Lo mejor es alojarse en el centro, cerca de la plaza Damm, aunque la ciudad es muy manejable por el turista. La mejor manera de moverse por esta urbe es en transporte público, ya que el coche privado es prácticamente imposible de usar. Hay pocos aparcamientos y a un precio muy caro.
La ciudad cuenta con un buen sistema de metro. La red se compone de 4 líneas, y es la mejor forma de moverse desde el centro de la capital hasta los distritos periféricos que conforman el gran Ámsterdam.
Otra opción es el tranvía, rápido, barato y eficiente, aunque no tan veloz como el suburbano. Hay muchas línea de tranvía que forman un entramado que llega a todos los puntos. Es el mejor sistema para desplazarse por el centro de la ciudad.
Aunque el transporte favorito de los habitantes de Ámsterdam es la bicicleta, un medio barato, sano y no contaminante. La ciudad es un paraíso para las bicis, plana y sin apenas cuestas y con cientos de kilómetros de carriles adaptados para los ciclistas. Se alquilan en muchas tiendas para el turista que acuda a conocer la ciudad.
Además también existe una tupida red de autobuses urbanos que complementan las rutas donde no llegan el resto. Y los trenes de cercanías, que enlazan con las principales localidades cercanas.
Todo el entramado del transporte de Ámsterdam confluye en un lugar: Central Station. Es el punto de partida de trenes, tranvías, autobuses y bicis, ya que cuenta con un inmenso aparcamiento para los amantes de las dos ruedas sin motor.