Praga es la ciudad más emocionante de Europa Central con un turismo maravilloso, grandes óperas, restaurantes y vida nocturna vibrante. Lo cierto es que cuando el Hemisferio Norte se viste de blanco y el invierno abre sus telones, la capital de la República Checa, cambia su fisonomía y logra una belleza inusual con sus calles nevadas.
Es por ello que los vuelos a Praga en esta temporada van en aumento en vista de las próximidades de las fiestas navideñas y fin de año. Y a pesar que los días son más cortos y muchos negocios cierran más temprano, no es común encontrar gran cantidad de turistas en sus calles. Lo cierto es que el frío es una excelente excusa para dejarse tentar por la rica gastronomía local, basada en sabrosas sopas, carnes asadas, salchichas, repollos y una de las cervezas o caminar por las orillas del río Moldava, bien abrigado.
Una de las rutas excitantes es la de una extensa franja que se prolonga desde la Ciudad Vieja hasta las colinas del Castillo Real. En este trayecto, el viajero queda atrapado por la variada arquitectura de sus calles misteriosas, iglesias, museos, antiguas plazas y puentes de mil años de antiguedad.
Y luego de visitar el castillo en su parte mas alta de la ciudad se desciende por las casas de Lesser Town (Mala Strana), caminando por el «Camino Real», la calle Nerudova, y el Puente de Carlos, uno de los puentes de piedra más antiguo de Europa y disfrutar de las vistas hermosas a lo largo del río, antes de llegar a la Ciudad Vieja, el centro medieval de Praga.
Allí se explora las calles adoquinadas alrededor de la plaza del casco antiguo y pasear por el Barrio Judío (Josefov), que una vez fue el mayor gueto judío en Europa. El guía explicará la dramática historia, tradiciones y leyendas relacionadas con esta área de la ciudad.
Foto Vía viajesfaciles