Una de las imágenes que guardas en la memoria eternamente de la ciudad de Roma es la silueta del Coliseo al anochecer. La vista es sencillamente deslumbrante. Te quedas ensimismado durante unos segundos, hasta que por fin sacas la cámara de fotos y captas la instantánea…
Conocido originalmente como el Anfiteatro Flavio, fue el Coliseo más grande del Imperio Romano. Fue construido entre los años 70 y 72, bajo el mandato del emperador Vespasiano, aunque no se concluyó del todo hasta ocho años más tarde, ya bajo el poder del emperador Tito. Fue el gran centro de ocio de la ciudad, emplazado en el corazón mismo de Roma. Hoy en día, precisamente, muchos de los hoteles baratos en Roma se encuentran a su alrededor.
Contaba este Coliseo con una capacidad para 50.000 personas, y en él tenían lugar todo tipo de espectáculos, especialmente las famosas batallas de gladiadores, así como las luchas entre animales, ejecuciones de cristianos, recreaciones de batallas históricas y otros juegos de la mitología clásica. Los espectadores podían pasar todo un día completo en el Coliseo asistiendo a los diferentes espectáculos.
Es una pena que debido a los terremotos y otros desastres no se conserve en un estado completo, ya que sería grandioso. Os recomendaría que, el día que lo vayáis a visitar, fuérais los más temprano posible (teniendo en cuenta que abre a las 08.30 y cierra a las 16.30 en invierno y sobre las 19.30 horas en verano).
Os recomiendo también comprar la entrada en el Palatino, ya que la visita de ambos monumentos es conjunta. La cola en las taquillas del Palatino es mucho menor que la que encontraréis en el Coliseo. El precio de esta entrada ronda los 8 euros, 4 euros para los ciudadanos europeos entre 18 y 24 años, y gratis para los menores de 18 y mayores de 65 años.
Todo esto porque el Coliseo de Roma es uno de los lugares más visitados y conocidos del mundo. Con sus más de 50 metros de altura y sus 188 metros de diámetro por el lado mayor, el último espectáculo que albergó fue en el año 523. Resulta increíble que un edificio así fuera casi olvidado desde entonces, o que sus piedras sirvieran para la construcción de edificios modernos en la ciudad.
Sin embargo, a partir del siglo XIX se restauró, convirtiéndose de nuevo en una de las imágenes más llamativas de la Ciudad Eterna. Imposible pasar por Roma sin contemplar la maravilla de este viejo legado de la época imperial.
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