Cuando paseas por el centro histórico de Lisboa y te acercas a cualquier tienda de souvenirs, no paras de ver postales con la silueta de la Torre de Belem. De día, de noche, al atardecer… cualquier perspectiva es buena para reflejar uno de los grandes símbolos de la ciudad, que nos recuerda a aquella época de esplendor de Portugal.
Aunque hoy sea un lugar muy turístico, en su momento la Torre de Belem proporcionaba seguridad al puerto de Lisboa. Hay que tener en cuenta que, durante la época de los exploradores, a la ciudad llegaban grandes cargamentos con mercancías muy valiosas, algo muy suculento para piratas y otros bucaneros.
La Torre de Belem fue construida en 1520 y, aunque se erigió como torre defensiva, a medida que fueron pasando los años llegó a ser aduana, faro, puesto telegráfico y hasta prisión. Eso no le restó ni un ápice de belleza al conjunto, lo que provoca que sea uno de los monumentos más visitados para los que tienen sus hoteles en Lisboa.
Bellamente decorada en estilo manuelino, hay ciertos rincones de la torre que llaman mucho la atención, sobre todo del exterior, ya que el interior me pareció algo frío y austero. En vuestra visita fijaros, por ejemplo, en la figura del rinoceronte que aparece en una de las aristas del castillo, y que recuerda al primer animal de este tipo que llegó a Lisboa en 1513.
A mí me gusta todo el ambiente que envuelve a esta torre, empezando por el barrio de Belem en el que se ubica. Su laberinto de callejuelas hace que vayas viendo poco a poco al fondo la torre. Si venís hasta aquí de noche, fijaros en la sensación que da el hecho de ver la torre casi flotando en el agua.
Es el mejor momento para ir a verla, por lo menos desde mi punto de vista. De día parece una torre más, pero de noche con la iluminación, y la vista desde el barrio de Belem, es fascinante. Por algo es Monumento Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ¿no?.
Con sus 35 metros de altura, sus cuatro pisos y su terraza, la Torre de Belem alberga en su interior la Sala del Gobernador, la Sala de Audiencias y la Sala dos Reis, además de una capilla en la última planta. También se puede subir a la terraza para contemplar unas maravillosas vistas del Tajo y de toda la ciudad.
Foto Vía Tripadvisor